Antes de la revolución de los smartphones, Nokia era, con diferencia, el fabricante de teléfonos móviles más popular del mundo.
Sin embargo, a pesar de vender 250 millones de unidades de sus dos modelos más populares con forma de bloque a mediados de la década de 2000, la empresa finlandesa acabó llegando lamentablemente tarde a la fiesta de los smartphones. No sólo estaba mal preparada para igualar al iPhone y a Blackberry en términos de tecnología y diseño, sino que Nokia tampoco supo prever cómo los avances exponenciales en la conectividad móvil cambiarían la forma en que la gente acabaría utilizando sus dispositivos.
A medida que la verdadera conectividad de banda ancha daba forma a la experiencia móvil, el teléfono ya no era sólo un teléfono, sino que se transformaba en un centro perfecto para cualquier actividad digital.
FUENTE: Visual Capitalist